LAS RAÍCES DE LA TERGIVERSACiÓN:
“El abandono del Texto
Mayoritario”
“Las palabras de Jehová son palabras limpias, como plataMayoritario”
refinada en horno de tierra, purificada siete veces”
(Salmo 12, 6)
En los capítulos anteriores hemos señalado -aunque sea
de manera muy breve y sucinta- la manera en que una
versión de la Biblia como la Versión Popular “Dios habla hoy”
altera el texto bíblico suprimiendo pasajes, cambiando el
sentido de los mismos, añadiendo libros que no están en la
Biblia, y alterando la interpretación de los textos sagrados
contenida en las propias Escrituras, para sustituirla por otra
de carácter teológicamente liberal.
Las razones para realizar
acciones de tanta gravedad pueden resumirse en tres que
serán analizadas en este capítulo y en los dos siguientes.
La primera de ellas es el abandono del Texto Mayoritario
también conocido como Texto recibido o Textus Receptus- del
Nuevo Testamento y su sustitución por un texto del Nuevo
Testamento mucho peor que arranca del trabajo realizado
durante el siglo XIX por los británicos llamados Westcott y
Hort.
El texto griego de Westcott y Hort fue apenas variado
por Nestle1 y, partiendo de éste, se elaboró el Nuevo
Testamento Griego, publicado por las Sociedades Bíblicas.
Éste -en cuya edición colaboró incluso Carlo Martini, un
prelado católico- constituye actualmente la base para
traducir el Nuevo Testamento en casi cualquier lengua sea
quien sea quien realice la traducción.
Así además de servir
para la Versión Popular ha sido utilizado por versiones
católicas corno la Biblia del Peregrino (1993) o la Biblia de la
Casa de la Biblia (1993).
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1”Las dos ediciones manuales más populares del texto griego hoy, la Nestle-Aland y la
de las Sociedades Bíblicas unidas realmente varían poco del texto de Westcott y Hort”
(W. N. Pickeríng, The Identity of the New Testament Text, Nashville, 1980 pp. 38).
Según confesión de los propios Westcott y Hort, la base
de su texto griego del Nuevo Testamento es,
fundamentalmente el contenido en los manuscritos conocidos
como Sinaítico y Vaticano.
Los defensores de las nuevas
versiones bíblicas insisten en la antigüedad y exactitud de
estos dos manuscritos que, supuestamente, justificarían
alteraciones del texto bíblico como las que hemos visto en los
capítulos anteriores. Semejante afirmación sólo puede
sustentarse en la mala fe o en la ignorancia más
peligrosa.
1) El Sinaítico y el Vaticano son textos corruptos:
Para empezar, hay que señalar desde el principio que
tanto el manuscrito Sinaítico como el Vaticano constituyen
textos del tipo que suele denominarse corrupto. Con esto se
quiere indicar que no sólo constituyen obras incompletas,
sino que además han sido objeto de alteraciones que
invalidan sustancialmente su valor.
La afirmación de John
Burgon en el sentido de que sobre el conjunto de los
manuscritos el Sinaítico y el Vaticano “son los más corruptos
de todos”, lejos de ser una exageración, constituye una
descripción más que adecuada2.
Por mencionar sólo algunos
datos al respecto debe señalarse que el Vaticano omite toda la
I carta a Timoteo, toda la segunda carta a Timoteo, toda la
carta a Tito, casi todo el Génesis (Génesis 1 a 46, 29),
extensas porciones de Samuel, Reyes, Nehemías, los últimos
doce versículos del Evangelio de Marcos, la oración de Jesús
en la cruz pidiendo el perdón de sus enemigos, la agonía de
Jesús en Getsemani, los últimos cuatro capítulos y medio de
la carta a los Hebreos, treinta y tres de los Salmos y un largo
etcétera. Sin embargo, añade libros apócrifos como Tobías,
Judit o la historia de Bel y el dragón, todos ellos, por cierto,
contenidos en la Versión Popular -Dios habla hoy-. Asimismo
en Job presenta adiciones en unos 400 versículos de acuerdo
a las enseñanzas de un discípulo del hereje Marción. Con
todo, no acaban ahí las relaciones entre este texto y los
herejes. Sus puntos de contacto con la teología origenista3 en
pasajes que niegan la divinidad de Cristo es demasiado
frecuente como para que pueda tomarse como casual4.
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2 Dean J. Burgon, The Revision Revised, 1981, pp. 16, 318, 520.
3Sobre las herejías de Orígenes, véase “Orígenes” en C. Vidal Manzanares, Diccionario
de Patrística, Estella, 1996 (2ª de).
4Por si fuera poco, el mismo ha disfrutado desde la época de la contrarreforma (s. XVI
y XVII) de un especial aprecio por parte de la jerarquía católica y de órdenes religiosas
como los jesuitas. Se utilizó así como base para la versión católica de Reims - debida a
los jesuitas - y durante el concilio Vaticano II se regaló una copia del mismo a cada
obispo católico. Esta edición contaba con un prefacio de Carlo Martini, que ha
colaborado con las Sociedades Bíblicas en la elaboración del texto del Nuevo
Testamento Griego que éstas utilizan para sus traducciones.
En relación con el Texto Mayoritario o Textus Receptus (TR),
omite al menos 2.877 palabras, añade 536, sustituye 935,
cambia de lugar 2.098 y modifica 1.132. En total contiene
7.578 divergencias5. Su importancia, sin embargo, es enorme
ya que unas nueve décimas partes de las alteraciones del
Nuevo Testamento griego en relación con el Textus Receptus
derivan de este manuscrito.
En el caso del Sinaítico, el carácter de texto corrupto no
es menor. De hecho, nos encontramos con un documento en
el que realizaron modificaciones no menos de diez escribas
diferentes a lo largo de un periodo no inferior a setecientos
años.
Como señaló Tischendor, su descubridor, el Sinaítico
contiene no menos de catorce mil ochocientas alteraciones.
No es extraño, por lo tanto, que sólo en los Evangelios omita
unas cuatro mil palabras, añada unas mil, y cambie de lugar
y altere otras tres mil. Además de esto contiene unas mil
quinientas lecturas que no aparecen en otros manuscritos.
En relación con el TR, las diferencias llegan casi a la cifra de
nueve mil8, prácticamente una por versículo. Como en el caso
del Vaticano, las omisiones son asimismo frecuentes.
Carece de los finales de Marcos y de Juan; de treinta y nueve
palabras en Juan 19, 20-1, de veinte palabras en Juan 20, 5-
6; de diecinueve palabras de Marcos 1, 32-4 de catorce
palabras en Marcos 15, 47; de pasajes como Juan 5, 4; Mateo
16, 2-3; Romanos 16, 24; Marcos 16, 9-20; I Juan 5, 7;
Hechos 8, 37; Génesis 23, 19-24, 46; Números 5, 27-7,20; I
Crónicas 9, 27-19, 27, etc.; de libros como Éxodo, Josué, I y
II Samuel, I y II Reyes, Oseas, Amós, Miqueas, Ezequiel,
Daniel y Jueces. Sin embargo, añade apócrifos como Bel y el
Dragón. Tobías y Judit, todos ellos presentes en la Versión
Popular -Dios habla hoy-.
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5 P. Mauro, “Which Version? Authorized or Revised?” en TOF, p. 78.
6 P. Mauro, Idem, p. 89.
7 Este hecho ha sido reconocido incluso por el autor liberal Bruce Metzger que señala
como la aplicación de la lámpara de rayos ultravioletas ha permitido descubrir que la
que lectura original en el manuscrito fue borrada” en varios lugares (B. Metzger,
Manuscripts of the Greek Bible, Oxford, 1991, p. 77).
8 P. Mauro, “Which Version? Authorized or Revised?” en TOF p. 78
Señalemos finalmente que además el Sinaítico y el
Vaticano ni siquiera son coincidentes entre si.
El Vaticano contiene cerca de ocho mil alteraciones y el Sinaítico cerca de
nueve mil en relación con el TR pero esas variaciones ni
siquiera son las mismas en los dos manuscritos.
De hecho, el Sinaítico y el Vaticano discrepan entre si no menos de una
docena de veces por página.
Como muy bien señaló Colwell
en el setenta por cien de los versículos de los Evangelios, el
Sinaítico y el Vaticano discrepan. En palabras de Burgon: “Es
más fácil encontrar dos versículos consecutivos en los que
estos manuscritos difieren que dos en los que concuerden”9
Ciertamente, analizado desde un punto de vista
meramente científico y racional, resulta obvio que pretender
fundamentar una versión adecuada del Nuevo Testamento
griego correcta sobre manuscritos tan cargados de
deficiencias resulta menos que aceptable. De hecho,
constituye un disparate sin paliativos.
II) El Sinaítico y el Vaticano son textos tardíos:
Además de corruptos, tanto el Sinaítico como el
Vaticano son manuscritos que, en comparación con el TR, no
sólo no resultan antiguos sino modernos. Pertenecientes
ambos al s. IV, resultan posteriores ya a diversas
traducciones de la Biblia anteriores, a veces, incluso en dos
siglos que partieron -lógicamente- no del Sinaítico y del
Vaticano sino de textos del Nuevo Testamento griego más
antiguos y a los que luego nos referiremos.
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9 Burgon, The Revision Revised, p. 12.
III) El Sinaítico y el Vaticano son textos minoritarios:
Al hecho de ser textos corruptos y tardíos, el Sinaítico y
el Vaticano añaden otra circunstancia negativa no menos
importante. Nos referimos al hecho de que el Sinaítico y el
Vaticano encuentran un apoyo mínimo dentro del conjunto
de manuscritos del Nuevo Testamento griego que han llegado
hasta nosotros.
De hecho, sólo menos de un cinco por ciento
de los 5309 manuscritos que contienen, en todo o en parte, el
texto griego del Nuevo Testamento coinciden, siquiera
parcialmente, con el texto del Sinaítico o del Vaticano. Para
colmo, como ya indicarnos, ni siquiera estos dos manuscritos
son totalmente coincidentes entre si, ya que el número de
discrepancias existentes entre el Sinaítico y el Vaticano
resulta espectacular.
En resumen, los textos representados por el Sinaítico y
el Vaticano son:
3. Tardíos y posteriores a buen número de las primeras
traducciones del Nuevo Testamento a lenguas populares.
4. Poco fiables por su carácter corrupto y alterado.
5. No coincidentes con la aplastante mayoría de los
manuscritos que, en todo o en parte, recogen el texto del
Nuevo Testamento griego.
6. Discrepantes incluso entre sí en un número considerable
de casos y
7. Muy influidos por las herejías de autores como Marción u
Orígenes.
1) El Textus Receptus es un texto mayoritario, más
antiguo y más fiable:
Frente a las penosas características que padecen los
manuscritos Sinaítico y Vaticano, el TR del Nuevo Testamento
-en el que se basa la Versión Reina-Valera entre otraspresenta
unas notas de enorme interés.
A) El TR es un texto mayoritario. Algo más del noventa
y cinco por ciento de los manuscritos del Nuevo
Testamento que han llegado hasta nosotros
coinciden con el TR.
B) El TR es un texto más antiguo. El TR no sólo es
anterior al s. IV- I siglo en que se redactaron el
Sinaítico y el Vaticano- sino que sirvió de base para
las primeras traducciones del Nuevo Testamento a
lenguas vulgares y fue el citado por los primeros
autores cristianos, los denominados Padres de la
Iglesia.
Los ejemplos que se pueden mencionar al respecto
son innumerables y tenemos que limitarnos a unos pocos
nada más10. Baste decir que la Peshitta11 realizada en torno al
150 d. de C. - es decir, unos dos siglos antes del Sinaítico y
del Vaticano -utilizó el TR12; que la Versión itálica (c. 157 d.
de C.)13 Se valió del TR; y que la iglesia gala del sur de
Francia (c. 177) utilizó el TR
.
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10Actualmente, estamos preparando una obra más extensa que la presente en la que
se ampliará considerablemente el conjunto de datos aquí señalado, los ejemplos
históricos y escritúrales y las referencias a la critica textual.
11Recibe el nombre de Peshita la traducción de la Biblia al siríaco, uno de le dialectos
del arameo. Esta versión sigue siendo utilizada en la actualidad entre algunas
comunidades de Asia Menor.
12En este mismo sentido, véase W. N. Pickering, “John Wiliam Burgon and the New
Testament” en TOF, pp. 247 ss.
13Recibe esta denominación la que puede considerarse casi con toda seguridad como
primera traducción de la Biblia al latín.
Ya más adelante, en pleno siglo IV, el TR siguió siendo
preferido a textos como el Sinaítico o el Vaticano que ya
existían. Así la versión gótica (s. IV) se valió del TR; el Códice
W de Mateo (s. IV-V) reprodujo el TR y el Códice A (s. V) sigue
el TR.
No menos significativo es el caso de las citas del Nuevo
Testamento contenidas en los escritos de los Padres de la
Iglesia. Éstos -pese a citar de memoria no pocas veces- siguen
de manera aplastante el TR. Por ejemplo, el texto de 1
Timoteo 3, 16 donde se afirma que “Dios fue manifestado en
la carne” es citado de la misma manera por Ignacio, Bernabé
e Hipólito (s. II)14, Diodoro de Tarso (m. 370), Gregorio de Nisa
(m. 394), Juan Crisóstomo (m. 407), Atanasio y Eutalio (s. V),
y un largo etcétera, Ni uno sólo de los Padres de la Iglesia se
opone al texto como aparece en el TR. De hecho, de 254
manuscritos griegos conteniendo las Epístolas de Pablo, 252
presentan el término “Dios” como en el TR; dos leen “hos” (el
cual) y ni uno contiene “Cristo” como la Versión Popular.15
c) El TR es un texto más fiable. De todo lo anterior se
desprende, de manera lógica, que el TR es un texto mucho
más fiable que el elaborado por Westcott y Hort a partir del
Sinaítico y del Vaticano. Con el TR coincidieron las citas del
Nuevo Testamento contenidas en los Padres de la Iglesia y en
los leccionarios16 pero además también sirvió de base ya
desde el s. II para las traducciones del Nuevo Testamento a
lenguas vulgares. No sólo eso. El TR fue asimismo la base
para la inmensa labor en favor de la difusión y lectura de la
Biblia que se inició a principios del s. XVI. Fue el texto
utilizado por la Biblia Políglota Complutense publicada en
Alcalá de Henares, España en 1522 y, posteriormente, por las
traducciones bíblicas de Lutero al alemán (1522), de William
Tyndale al inglés (1525), de Oliveton al francés (1535), de
Coverdale al inglés (1535), de Matthews al inglés (1537), de
Taverners (1539), de Ginebra (1557-60), de Reina al
castellano (1569), al checo (1602), de Diodati al italiano
(1607) y del Rey Jaime al inglés (1611).
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14Para biografías breves de éste y de otros Padres de la Iglesia puede consultarse C.
Vidal Manzanares, Diccionario de Patrística, Estella, 1996 (2ª de).
15 P. Mauro, Oc, p. 98.
16 Reciben el nombre de leccionarios las colecciones de textos que se utilizaban para
realizar lecturas de la Escritura y predicaciones en las diferentes iglesias.
El TR constituyó la base asimismo para las ediciones del
Nuevo Testamento griego realizadas por Erasmo (1516),
Stephanus (1546-51), Beza (1598) y Elzevir (1624).
Que así
fuera tiene una lógica indiscutible. Los eruditos, los
reformadores, los teólogos - que no pocas veces tuvieron que
arriesgar su vida y sus bienes - optaron siempre por el texto
mayoritario, el TR, como base para su estudio, su enseñanza
y sus traducciones del Nuevo Testamento. A fin de cuentas,
ése era el texto que contaba con el apoyo prácticamente
unánime de la cristiandad, al menos, desde el siglo II.
Naturalmente, al examinar - siquiera sucintamente -
estos datos surge una serie de preguntas obligadas. ¿Por qué
Westcott y Hort prefirieron el Sinaítico y el Vaticano como
base de su texto del Nuevo Testamento griego en lugar del
TR? ¿Qué les llevó a tomar una decisión así que contradecía
la lógica, el conocimiento y la historia del cristianismo a lo
largo de casi dos milenios? ¿Se trató de un simple error? ¿De
mera ignorancia combinada con buena fe? Como tendremos
ocasión de ver en el próximo capitulo, la elección de Westcott
y Hort fue consciente pero no se basó en la ignorancia, sino
en motivaciones mucho más turbias y peligrosas.
LAS RAÍCES DE LA
TERGIVERSACIÓN II
TERGIVERSACIÓN II
“El triunfo de la conspiración
ocultista”1
ocultista”1
“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los
que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de
este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para
que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria
de Cristo, el cual es la imagen de Dios”
(2 Corintios 4, 4)
Como hemos podido ver en el capítulo anterior, los
criterios seguidos por Westcott y Hort podían ser erróneos y,
ciertamente, su fruto resulta lamentable. Sin embargo, el
resultado no fue casual. Como tendremos ocasión de ver su
labor arrancó de unas posturas teológicas claramente
establecidas cuya victoria se deseaba imponer por cualquier
medio.
I. Wescott y Hort defendían una teología antibíblica.
La teología de Westcott y Hort encajaba a la perfección
en el molde de lo que podríamos denominar teología liberal.
En armonía con ella, ambos autores negaban la inspiración e
inerrancia2 de las Escrituras y asimismo las doctrinas más
importantes de la Escritura como la de la divinidad de Cristo
o la de su sacrificio expiatorio.
____________________________________________________________
1como base fundamental para este capitulo hemos utilizado: F. J. A. Hort, The First
Epistle of St. Peter 1:1-2:17 Minneapolis 1976 Idem The Apocalyse of St John 1-3,
Minneapolis, 1976; B. F. Westcott, The Gospel Aocording To St. John, Grand Rapids,
1975; Idem, The Epistle To The Hebrews, Grand Rapids, 1974; Idem, The Epistles of
St. John Grand Rapids, 1974; A Westcott, The Life and Letters of Brook Foss Westcott
Londres 1903 (en adelante Westcott, Life); D. A. Waite, Heresies of Westcott and Hort
Collingswood 1979.
2- Término que indica que no se tiene errores.
86
a) Negaron la inspiración de la Escritura:
Las referencias de Westcott y Hort en contra de la creencia
en la inerrancia e inspiración de la Biblia no resultan
escasas en sus escritos. En 1851, Hort señalaba cuál era a
su juicio la “herejía ortodoxa común: la inspiración”3. Siete
años después indicaba como lo que le separaba
fundamentalmente de los evangélicos era la creencia de
éstos en la autoridad de la Biblia:
“Los evangélicos me parecen pervertidos... Me temo que las
diferencias más serias que existen entre nosotros (giran)
sobre el tema de la autoridad, especialmente la autoridad de
la Biblia”4. Este punto de vista quedó reflejado en sus obras
de exégesis bíblica al negar, por ejemplo, que las palabras
de los profetas estuvieran inspiradas (“ellos (los profetas)
eran Sus mensajeros, inspirados por Su Espíritu, no en sus
palabras sino sólo como hombres...”)5
O al insistir en que si era importante creer en Cristo no lo
era el creer algo concreto sobre Él (“‘la fe es ‘en Cristo’ y no
en ninguna afirmación acerca de Cristo” 6).
En 1860, Westcott y Hort reconocían en su
correspondencia que no aceptaban la infalibilidad de las
Escrituras. Si el primero afirmaba:
“rechazo la palabra infalibilidad de las Santas Escrituras de
manera contundente”7, el segundo le respondía en una carta
“Me alegro de que adoptes la misma base provisional sobre
la infalibilidad que yo adopto”8.
Por supuesto, tal postura era concebida como algo que
debía extenderse al resto de las personas. En 1862, Hort
señalaba la necesidad de que “el clero inglés no sea obligado
a mantener la absoluta infalibilidad de la Biblia”9.
_____________________________________________________________________
3 Hort, Life, vol. 1, p 181.
4 Hort, vol. p. 400.
5 Westcott, Hebrews, p.6.
6 Westcott, John, p. 200.
7 Westcott, vol. 1, p. 207.
8 Hort, vol. 1, p. 424.
9 Hort, vol. 1, p. 454.
87
b) Negaron la divinidad de Cristo:
Westcott y Hort procuraron -ya veremos más adelante
porqué- limitar en la medida de lo posible sus afirmaciones
heréticas a su correspondencia privada y no dejar que se
trasparentaran en sus obras más conocidas. Pese a todo,
no faltan las referencias heterodoxas en las mismas.
Comentando sobre Juan 1, 1, Westcott señala que:
“la preexistencia del Verbo no es afirmada de manera
clara”10 y añade “Porque el Verbo era personalmente distinto
de Dios y sólo esencialmente Dios. Podía darle a conocer”11.
De esa manera minimizaba la clara afirmación de Deidad
que sobre el Hijo formula el evangelista Juan.
Una conducta similar encontramos en su principal
compañero. Al referirse al texto de I Pedro 1, 3 donde Jesús
es denominado “Señor” Hort señala:
“En todo este uso primitivo kyrios probablemente no
representa Adon, sino el cercano equivalente arameo Mar en
ocasiones aplicado a los maestros por los discípulos”12
En otras palabras, Pedro no sólo no habría afirmado la
divinidad de Cristo sino que se habría limitado a
considerarlo un maestro. De la misma manera, al comentar
Apocalipsis, Hort no sólo señaló que Cristo no podía ser el
Alfa y la Omega (“toda la analogía bíblica está contra la
atribución de kyrios ho zeós13 con o sin pantókrator14 a
Cristo”15) sino que además, refiriéndose a Apocalipsis 3, 14,
insistió en que, según la interpretación arriana, Cristo
podía ser alguien creado (“Las palabras sin duda pueden
tener el significado arriano de “primera cosa creada”16).
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10 Westcott, John, p. 2. 11 Idem, p. 2. 36.
12 Hort, I Peter, p. 31.
13 En griego, el Señor Dios.
14 En griego, el Todopoderoso.
15 Hort, Revelation, p. 13.
16 Hort, Revelation, p.
Para Hort no sólo la evidencia bíblica era contraria a ver a
Cristo como ho zeós (Dios) sino que posiblemente había
sido un ser creado. No hace falta decir que los textos sobre
la divinidad de Cristo son muchos y repetidos en la
Biblia17, aunque Westcott y Hort - y la VP - hicieran no
poco por suprimir siquiera algunos.
En esta insistencia por torcer los textos de la Biblia que
afirman claramente la divinidad de Cristo, Wescott llegó a
afirmar que Él nunca había dicho que era Dios, sino que
se había limitado a tratar de que los hombres vieran a
Dios en Él:
“Nunca habla de sí mismo directamente como Dios (comp. v.
18), sino que la finalidad de Su revelación fue llevar a los
hombres a que vieran a Dios en Él”18
c) Negaron la Resurrección corporal de Cristo:
De la misma manera que cuestionaba claramente la
divinidad de Cristo, Westcott tenía sus objeciones a la
creencia en la resurrección corporal del mismo. Así,
comentando el texto de Juan 2, 19, donde Jesús profetizó
su propia resurrección, Westcott escribió:
“la resurrección de Cristo fue el que el Templo se levantara
de nuevo, la completa restauración del tabernáculo de la
presencia de Dios a los hombres, perpetuado en la iglesia,
que es el cuerpo de Cnsto”19 En otras palabras, el pasaje era
espiritualizado de tal manera que fuera suprimida la
referencia a la resurrección a pesar de que como señala
Juan 2, 22, los discípulos comprendieron que la profecía de
Jesús se había cumplido cuando resucitó de entre los
muertos.
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17 Señálese a titulo de ejemplo Juan 20, 28; I Juan 5, 20; Romanos 9, 5; Colosenses 2,
9-10; Filipenses 2, 5-11; Tito 2, 13; 2 Pedro 1, 1, etc. Un tratamiento más amplio del
tema en César Vidal Manzanares, La otra cara del Paraíso: la verdad sobre las grandes
sectas, Miami, 1994 y César Vidal Manzanares, El judeo-cristianismo palestino en el s.
I, Madrid, 1994.
18 Westcott, John, p. 297.
19 Westcott, John, p. 42.
Por si pudiera caber alguna duda de cual era su punto de
vista, Westcott afirmó también que el cuerpo de Jesús se
disolvió terrenalmente:
“La vida de Cristo no fue sin fin o eterna sólo. Fue
esencialmente indisoluble (akatályptos). Aunque la forma de
su manifestación fue cambiada y en un sentido terrenal
murió, sin embargo Su vida permaneció sin cambio incluso a
través de su disolución tenenal”20.
No hace falta insistir demasiado en que esta afirmación es
insostenible bíblicamente siquiera por el hecho de que el
cuerpo de Jesús no vio la corrupción (Hechos 2, 22-38) en
cumplimiento de la profecía del Salmo 16, 8-11.
d) Negaron la doctrina de la expiación:
Al tiempo que negaban doctrinas como la de la inspiración
e inerrancia de la Biblia, la divinidad de Cristo o su
resurrección corporal, Westcott y Hort manifestaron una
auténtica repulsión hacia la enseñanza bíblica sobre el
sacrificio expiatorio de Cristo. En 1856, Hort manifestó sus
criticas hacia el libro de Campbell sobre la expiación, ya
que “desgraciadamente no conoce nada salvo la teología
protestante” 21 Un año después, el 16 de noviembre de 1849
señalaba en una carta el horror que esta doctrina le
producía:
____________________________________________________________
20 Westcott, Hebrews, p. 185.
21 Hort, vol. I, p. 322.
90
“Finalmente las misteriosas palabras de san Pablo “sin
derramamiento de sangre no hay remisión de pecados”
HE TRABAJADO TAN A FONDO EN VANO PARA
APREHENDER EN CIERTA MEDIDA LO QUE ES ESTA IDEA,
QUE ESPERO QUE PROFUNDIZARAS Y AMPLIARAS LAS
NOCIONES QUE YA ME HAS DADO.
Soy bastante consciente
de que en lo que he escrito he pronunciado sólo unas pocas
objeciones a la creencia corriente, pero así tiene que ser; EL
LENGUAJE NO PUEDE DEFINIR CON CUIDADO EL
ARREBATO DE HORROR SOBRECOGEDOR QUE SE
MEZCLA CON MIS PENSAMIENTOS CUANDO ESCUCHO
QUE SE AFIRMA LA NOCIÓN POPULAR”22
El pasaje citado no deja de resultar bien revelador. No sólo
Hort era incapaz de aceptar la enseñanza de Pablo sobre la
expiación, sino que además la sola mención de la misma le
provocaba un arrebato de horror sobrecogedor. Se trataba,
sin duda, de una reacción bien distinta a la de un cristiano
convencido de que ha sido redimido por la sangre preciosa
de Cristo (1 Pedro 1, 19).
e)Se manifestaron favorables al catolicismo y opuestos a
la teología evangélica:
Sin embargo, si la teología de Westcott y Hort era
radicalmente opuesta a la bíblica, no es menos cierto que
resultaba sospechosamente favorable al catolicismo. En
1848, tras despotricar contra el “fanatismo de los
bibliólatras” (como definía a los que creían en la inspiración
de las Escrituras) Hort señaló:
“el puro punto de vista romano me parece más cercano y
más plausible a la hora de conducir a la verdad que el
evangélico23 y “el protestantismo es sólo un paréntesis
temporal””24
No es extraño por ello que este mismo autor pudiera
señalar:
“Las doctrinas positivas de los evangélicos me parecen
pervertidas además de carentes de verdad. Existen - me
temo - diferencias muy serias entre nosotros sobre el tema
de la autoridad, y especialmente de la autoridad de la
Biblia” 25
22 Hort, vol. I, p. 122.
23 Life of Hort, vol. I, pp. 76-77.
24 Idem. vol. II, p. 31.
25 Hort, Life, vol. I, p. 400.
En paralelo, Westcott llegaría a escribir en 1865 que las
supuestas apariciones de la Virgen en La Salette tenían que
ser aceptadas como procedentes de Dios, es decir, “Dios
revelándose, ahora, no de una forma, sino de muchas”26
Guiado por una devoción mariológica ciertamente sospechosa
para un ministro protestante, Hort llegó a visitar algún
templo dedicado a la Virgen con fines espirituales27
En ningún caso, Westcott y Hort parecen haber sido tan
ingenuos para pensar que posiciones como las que hemos
señalado en las páginas anteriores podían ser admitidas en el
seno de una iglesia de enseñanza bíblica o podían resultar
tolerables para un creyente ortodoxo. Hasta que punto Hort y
Westcott eran conscientes de su heterodoxia queda de
manifiesto en la confesión que en 1855 realizó este último al
decir que si se le hubiera examinado sobre su posición frente
a la Biblia “con toda seguridad habría sido considerado un
hereje”28. Fuera como fuese, pocas dudas puede haber de que
el bagaje teológico de los dos amigos no parece el más
adecuado para dedicarse a revisar el texto griego del Nuevo
Testamento.
____________________________________________________________
26 Westcott, vol. p. 251.
27 Westcott, vol. I, p. 254.
28 Life of Westcott, vol. I, p. 233.
92
II. Wescott y Hort formaban parte de una conspiración
ocultista.
Sin embargo, Wescott y Hort -los elaboradores del texto
griego del que derivan la mayor parte de las versiones del
Nuevo Testamento que circulan actualmente- no sólo se
caracterizaron por defender una teología que negaba las
verdades más importantes de la fe cristiana. De tanta
relevancia como tan lamentable hecho es su estrechísima
relación con el cultivo de las ciencias ocultas.
En 1840,
Wescott ya había comenzado a manifestar un notable interés
por el mormonismo29 “procurándose y estudiando el Libro de
Mormón”30 Dos años después tenemos datos de que el mismo
Westcott acudía a hechiceros. El mismo relata uno de esos
encuentros de la siguiente manera:
“Por la tarde voy con Tom al brujo; pero no se atreve a actuar
delante de nosotros”31
No resulta extraño que en 1845 Westcott, Hort y Benson
fundaran un grupo de carácter ocultista y secreto al que
denominaron el “Club Hermes”. El nombre no dejaba de ser
significativo, ya que si bien Hermes es el dios griego al que,
comúnmente, se asocia con la revelación de las prácticas
ocultas, también es una de las denominaciones que recibe el
propio Satanás en círculos ocultistas.
A este respecto, la
ocultista Elena Blavatsky, una de las fundadoras de la
Sociedad Teosófica y auténtica antecesora espiritual de la
Nueva Era, señaló en su libro “La Doctrina secreta”:
“Satanás o Hermes son completamente el mismo... él es
denominado el Dragón de la Sabiduría...la serpiente...idéntico
con el dios Hermes...inventor de la primera iniciación de los
hombres en la magia...el autor de la adoración de la
serpiente”32
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29 Sobre esta secta recomendamos la lectura de C. Vidal Manzanares, La otra cara del
Paraíso: la verdad sobre las grandes sectas, Miami, 1994.
30 Wescott, vol. I, p. 19.
31 Westcott, vol. I, p. 9.
32 H.P. Blavatsky, Secret Doctrine, vol. II, Londres, 1893, PP. 30, 381, 472, 473, 558,
660.
En el círculo hermético, Westcott y Hort participaron en
charlas y conferencias relacionadas en su mayor parte con
aspectos espirituales del paganismo. Sin embargo, el proceso
apenas había comenzado. En 1851, Westcott, Hort y Benson
dieron un paso más en su carrera a favor del ocultismo y
fundaron el “Gremio fantasmal” (Ghosily Guild) No deja de ser
significativo que en la misma carta33 en la que Hort señalaba
que el fin de este colectivo era “la investigación de los
fantasmas y de todas las apariciones y efectos
sobrenaturales, estando dispuesto a creer que tales cosas
realmente existen” indicara que el Textus Receptus del Nuevo
Testamento era “villano” y que deseaba acabar con él.
En aquel año de 1851 se produjeron además otros
hechos de no poca importancia: Westcott fue ordenado
ministro de la iglesia anglicana (un destino un tanto
sorprendente para un ocultista de peso que defendía herejías
antibiblícas) y Hort entró en otra sociedad ocultista más
conocida como “los Apóstoles”. Su hijo escribiría más tarde
sobre este episodio:
“En junio, se afilió a la misteriosa compañía de los Apóstoles...
fue el principal responsable del juramento que liga a los
miembros a una conspiración de silencio”34
Como veremos más adelante, no era el final de su
carrera en el ocultismo pero sí el momento decisivo por su
influencia posterior. De hecho, tanto el ascenso en la escalera
de la iniciación ocultista como la posibilidad que ahora tenía
Westcott de influir en el seno de la confesión religiosa más
importante de Gran Bretaña tuvieron un resultado inmediato.
En 1852, mientras repartía, junto con Hort, literatura del
“Gremio fantasmal”, Westcott realizaba la siguiente
afirmación en relación con el Textus Receptus y la traducción
de la Biblia basada en el mismo:
“Estoy sumamente ansioso por proporcionar algo que pueda
reemplazarlos”.
El plan para llevar a cabo ese deseo ya estaba
gestándose.
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33 Arthur Hort, The Life and Letters of Fenton John Anthony Hort, Nueva, York, 1896,
vol. I, p. 1896 En adelante Hort.
34 Hort, vol. I, pp.170-1, 198.
III.Wescott y Hort pretendían destruir el TR y sustituirlo
por un texto alterado del Nuevo Testamento que encajara
con su teología liberal y ocultista
Mientras transcurrían los siguientes meses de 1852, se
fueron perfeccionando los planes dirigidos a acabar con el
Textus Receptus. Durante 1853, Hort comenzó a prepararse
para ser ordenado también en el seno de la iglesia anglicana y
perfiló con Westcott el plan destinado a eliminar el texto del
Nuevo Testamento utilizado hasta entonces:
“Fue durante estas semanas con Mr. Westcott, que había
venido a verle35 a Umberslacle cuando se llegó al primer
acuerdo definitivo del plan para una revisión conjunta del texto
del Testamento griego”36.
No les resultó difícil encontrar un editor -Daniel
Macmillan- que se manifestó dispuesto a publicarlo a
condición de que el texto fuera elaborado por Westcott, Hort y
Lighfoot (otro teólogo liberal). Naturalmente, tanto Westcott
como Hort eran conscientes del escándalo que podría
producirse de conocerse su propósito, y decidieron
mantenerlo en el más absoluto secreto. Como indicó Hort:
“Llegamos a una comprensión definida y positiva acerca de
nuestro Texto Griego y de sus detalles. No deseamos todavía
que se hable acerca de él pero vamos a trabajar
inmediatamente y esperamos haberlo concluido en poco más
de un año”37
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35 Se refiere a Hort.
36 Hort, vol. I, p. 240.
37 Hort, vol. I, p. 264.
Sin embargo, las cosas no transcurrieron con la rapidez
que hubieran deseado Westcott y Hort. Mientras
multiplicaban en su correspondencia las referencias a
doctrinas heréticas38, ambos personajes tuvieron que
dedicarse a otras tareas. Así en 1857, Hort se estuvo
ocupando en una traducción de las obras completas del
filósofo griego Platón y en 1858 Westcott comenzó a realizar
su ministerio como predicador en la iglesia anglicana, un
ministerio que, según confesión propia, le desagradaba39.
Pese al retraso que estaba experimentando su proyecto, los
dos conspiradores no dudaron de que tendrían éxito incluso
entre personas cuya teología era bíblica. La única condición
para ello era actuar con la suficiente astucia y sigilo. En
1858, Hort podía escribir:
“Actualmente muchos hombres ortodoxos pero racionales están
siendo modelados sin saberlo por influencias que con
seguridad darán buen fruto a su debido tiempo si se permite
que el proceso discurra con tranquilidad; pero temo que una
crisis prematura devuelva asustados a muchos al
tradicionalismo más claro”40.
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38Veamos sólo algunos ejemplos en 1855 Westcott reconocía que si lo hubieran
examinado a fondo hubieran descubierto que era un “hereje” (Westcott vol. I, p 233);
en 1856, Hort se manifestaba en contra de la doctrina bíblica de la expiación con
ocasión de la publicación de un libro sobre el tema escrito por Campbell (Hort, vol. I,
p. 322); en 1858, Hort definía a los evangélicos como “pervertidos” especialmente en
relación con el tema de la “autoridad de la Biblia’ (Hort, vol. I, p. 400); en 1860, Hort
felicitaba a Lighfoot por rechazar la creencia en la “infalibilidad” de las Escrituras
(Westcott, vol. I, p. 424), en 1865 Westcott afirmaba que las apariciones de la Virgen
en La Salette eran “Dios revelándose ahora” (Westcott, vol. I, p. 251), etc.
39 Westcott, vol. I p. 198.
40 Hort, vol. I, p. 400.
Tan lamentables palabras no estaban exentas de verdad.
En 1871, Westcott, Hort y Lighfoot (los tres responsables de
la nueva edición del Nuevo Testamento griego que tenia que
sustituir al Textus Receptus) fueron invitados a formar parte
del Comité que revisaría el Nuevo Testamento en inglés.
Westcott y Hort no pudieron ser más explícitos a la hora de
expresar su alegría por aquella nueva oportunidad:
“Westcott... cree que debemos aprovechar la oportunidad
especialmente puesto que nosotros tres estamos en la lista”41.
Los “tres” de la lista debieron sentirse tan satisfechos del
éxito de sus planes que en 1872 dieron un paso más en
relación con el ocultismo y fundaron el Club Eranus, una
sociedad ocultista a la que pronto se afiliaron personalidades
como Sidgwick y Balfour42. En 1881, la principal misión de su
vida fue coronada por el éxito y se publicaron tanto la versión
revisada inglesa del Nuevo Testamento (Revised Versión)
como el Nuevo Testamento Griego. Éste último, como ya
hemos tenido ocasión de ver, estaba llamado a tener una
enorme influencia.
Sin embargo, ni Westcott ni Hort disfrutaron mucho
tiempo de su triunfo. Su vida se extinguió de manera
prematura (Hort) o se vio ligada a una confusión creciente
mezclada con el alcoholismo. Westcott pasó sus últimos años
dedicado a la promoción del consumo de cerveza pura, e
incluso permitió que su retrato fuera utilizado en la
publicidad de un fabricante de esta bebida43.
Quizá no fue un
final tan extraño para dos existencias que transcurrieron en
medio de las influencias de la teología liberal y del ocultismo
y cuyo máximo logro fue imponer un texto del Nuevo
Testamento mutilado y adaptado a su teología.
________________________________________________________
41 Hort, vol. II, p. 133.
42 No tenemos espacio para detenemos en las figuras de Sidgwick y Balfour. Baste
decir que en 1882 se encontraron entre los fundadores de la Society for Psychical
Research (Sociedad para la investigación psíquica), una organización destinada a
promover fenómenos como el espiritismo, la comunicación con los muertos, la
adivinación, los poderes paranormales, etc. Difícilmente, puede interpretarse este
fenómeno como casualidad.
43 Westcott, vol. II, pp. 218-9, 177.
LAS RAÍCES DE LA
TERGIVERSACIÓN III
TERGIVERSACIÓN III
“Poder y dinero”
“Pues no somos como muchos, que medran falsificandola palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte
de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo”
(2 Corintios 2: 17)
En los capítulos anteriores hemos podido contemplar
como detrás de productos tan lamentables teológicamente
como la Versión Popular -Dios habla hoy- se encuentra no la
casualidad (¡mucho menos la competencia científica o la
profundidad teológica!) sino todo un proceso de desvirtuación
de la Palabra de Dios cuyos protagonistas mas destacados
fueron Westcott y Hort y los que posteriormente les siguieron.
Sin embargo, sería ingenuo pensar que toda esa labor se
hubiera podido llevar a cabo en solitario y sin un proceso de
continuación de cierta envergadura.
Una resistencia frontal
frente a Westcott y Hort mayor de la que se produjo en su día
quizá hubiera abortado sus propósitos y así lo temieron ellos.
Sin embargo, al final la mayoría -incluso los teológicamente
ortodoxos- se rindieron ante los efectos de la conspiración y
su actitud se convirtió en algo que aún pesa sobre nosotros
de manera punto menos que decisiva.
A esto hay que añadir que un papel muy importante en
la popularización del texto de Westcott y Hort, la supresión
del Texto Mayoritario y la elaboración de nuevas traducciones
basadas sobre criterios liberales y textuales inaceptables le
ha correspondido a lo largo de los años a las Sociedades
Bíblicas (S.B.).
La primera sociedad bíblica -la Sociedad Bíblica
Británica y Extranjera- fue constituida en 1804. En 1814 se
fundó la Sociedad Bíblica Americana, y en las décadas
siguientes fueron surgiendo entidades similares que en 1946
se unieron para formar las Sociedades Bíblicas Unidas
(S.B.U.). La labor inicial de las sociedades bíblicas fue tan
extraordinariamente meritoria que nadie podría exagerar al
encomiarla. De hecho, no deja de ser significativo que en el
Syllabus, el papa señalara como uno de los enemigos
principales del Vaticano a las S. B. que distribuían la Palabra
de Dios sin notas. Esa actividad se ha mantenido en buena
medida dentro de esa perspectiva en los países latinos hasta
hace relativamente pocos años. Pero desgraciadamente esa
limpia trayectoria comenzó a torcerse ya en el mundo
anglosajón durante el s. XIX.
Durante el pasado siglo, la S.B. británica y extranjera
empezó a ser regida de manera mayoritaria por personas de
teología unitaria (es decir, que niegan la Trinidad) y liberal1.
En un contexto como ese no resulta extraño que Westcott y
Hort lograran imponer su texto del Nuevo Testamento griego o
que entraran a formar parte de un comité para revisar el
Nuevo Testamento inglés.
Tampoco es sorprendente que, ya
en este siglo, las S.B.2 editaran un Nuevo Testamento griego
cuyos elaboradores son liberales teológicamente (K. Aland, M.
Black, B. Metzger, A. Wikgren) e incluso uno resulta ser un
prelado católico (Carlo Martini) o que haya producido
versiones de las Escrituras cuyos autores se caracterizan por
sostener teologías que contradicen la enseñanza de la Palabra
(E. J. Goodspeed, J. Moffat, W. R. Bowie, M. Burrows, R.
Brateher, C. H. Dodd, etc.).
El liberalismo teológico es, sin
ningún género de dudas, un árbol cuyos frutos no pueden ser
más contrarios a la enseñanza de la Palabra de Dios pero
cuyas raíces se han establecido, firmes y profundas, en el
seno de las Sociedades bíblicas desde hace décadas.
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1 Esa lamentable circunstancia llevó, por ejemplo, a la formación de la Sociedad
Bíblica trinitaria en 1831 como un intento de mantener la teología bíblica en el seno
de una entidad que pretendía distribuir precisamente la Biblia.
2 The Greek New Testament, 3ª de, 1975.
No menos peligroso que el liberalismo teológico de buena
parte de los traductores de las S.B. resulta la indiferencia
casi absoluta de sus dirigentes hacia la colaboración con
cualquier confesión se basen o no sus dogmas en la Biblia.
Son comunes noticias como la de que la S.B.A. ha llegado a
tener entre los participantes de sus reuniones “a un
arzobispo católico romano como conferenciante y a un
adventista del séptimo día en un panel. Hubo representantes
de 46 denominaciones diferentes incluyendo católicos
romanos, greco-ortodoxos y un miembro de Ciencia
Cristiana”3.
Y no resulta extraño que, al menos, desde los
años sesenta -conferencia de las S.B. de Driebergen de junio
de 1964- hayan existido planes para realizar traducciones
conjuntas con expertos católicos en las que se incluyeran los
apócrifos. En 1981 había más de doscientos proyectos de
traducción interconfesional en marcha.
Al año siguiente, el
Vaticano decidió financiar a más de un centenar de eruditos
para que cooperaran con las S.B. en su traducción de la
Biblia4. En 1984, de los 590 proyectos de traducción de las
S.B.U, 390 eran de carácter interconfesional5. En 1986, el
papa recibió una copia de la traducción interconfesional de la
Biblia.
La escena se iba a repetir en los años siguientes
mientras que el peso católico en las S.B. incluidos los
cuadros dirigentes se ha ido haciendo cada vez mayor. Si
inicialmente las S.B. soñaron con llevar la Biblia, pura e
incontaminada, a las poblaciones de todo el mundo, incluidas
las de los países católicos, lo cierto es que, hoy en día, han
terminado por convertirse en un instrumento en absoluto
inconsciente de la propia política vaticana hasta unos
extremos que hubieran resultado impensable apenas unas
décadas atrás. Poco puede dudarse de que versiones de la
Biblia como la VP no son sino un fruto directo de esa
evolución y una clara demostración de que, lejos de
conformar los medios en los que intervienen según la
enseñanza de la Escritura, las S.B. se han dejado influir en
contra de la misma ya sea incluyendo apócrifos en sus
ediciones del texto sagrado, ya sea insertando en éste notas e
introducciones de contenido netamente antibíblico.
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3 Plains Baptist Challenger, Septiembre de 1982.
4 C. B. Hastings, The Commission, septiembre de 1982.
5 Word-Event, publicación de las Sociedades bíblicas unidas, n. 56, p. 28.
100
En paralelo a este triste proceso -un proceso que sólo
muy recientemente ha empezado a quedar de manifiesto en
los países latinos- nadie puede negar que las S.B. han ganado
en dinero y en poder. La producción anual de Biblias ha
convertido al conglomerado de las Sociedades en una
transnacional extraordinariamente poderosa. En cuanto a su
influencia, no es en absoluto despreciable. En apenas unos
años, el Vaticano ha pasado de considerarla un enemigo, a
tratarla como un fiel aliado. Por otro lado, en el mundo
protestante pocos se atreven a alzar la voz contra su
conducta, por el temor a verse aislados en su ministerio o
censurados como fanáticos e ignorantes.
Ciertamente, el poder económico y la influencia de las S.
B. nunca fueron tan grandes a lo largo de su historia. Su
apego, sin embargo, a la Palabra pura -pensemos en el
ejemplo de la VP- se ha perdido en buena medida. El
resultado final -y resulta bien doloroso reconocerlo- es que,
hoy por hoy, las S.B. están contribuyendo decisivamente a la
publicación de textos deficientes de la Biblia cuyas notas e
introducciones diluyen la teología bíblica e inculcan los
principios de la teología liberal. Es triste tener que
reconocerlo, pero aún haciendo las pertinentes excepciones
relativas a algunos de sus trabajadores, personas de buena fe
que aman sinceramente la Palabra de Dios, lo cierto es que
las S.B. actualmente están desempeñando una función
realmente clave en los planes a cuyo éxito contribuyeron
tanto en su día Westcott y Hort. Por ello, ¿quién que conozca
las Escrituras podría pensar que en ese afán de ser cada vez
más acaudaladas y más poderosas, mejor tratadas y
recibidas, las S. B.U. han obtenido un beneficio real?
101
HACIA LA APOSTASÍA EN
SIETE PASOS
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sanaSIETE PASOS
doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se
amontonaran maestros conforme a sus propias
concupiscencias y apartaran de la verdad el oído y se
volverán a las fábulas”
(2 Timoteo 4, 3-4)
“Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que
hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea
quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo,
a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y
destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo
advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y
señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de
iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el
amor a la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un
poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que
sean condenados todos los que no
creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia
(2 Tesalonicenses 2, 7-12)
Si hubiera que resumir en una sola palabra el objetivo
que perseguían Westcott y Hort al elaborar su texto del Nuevo
Testamento griego, posiblemente no existiría otra más
adecuada que apostasía. La elaboración de un texto que
sustituyera al Textus Receptus y que sirviera de base a las
nuevas traducciones de la Biblia era importante, pero sólo
como algo instrumental, como un elemento funcional.
El objetivo -y sobre ello fueron bien explícitos como hemos
tenido ocasión de ver- era lograr que los cristianos dejaran de
aceptar la Biblia como Palabra de Dios con autoridad,
inerrante e infalible. Una vez que se consiguiera este objetivo,
los demás pasos se producirían por pura lógica.
Primero, las personas irían abandonando la creencia en
las doctrinas enseñadas en las Escrituras. Después, pasarían
a depender de una autoridad espiritual extrabíblica, la misma
que se manifestaba en los círculos ocultistas que tanto
complacían a Westcott y a Hort. El resultado final seria una
apostasía.
En las siguientes páginas, desearía señalar los siete
pasos que, presumiblemente, pueden conducir a esa
apostasía. El autor de estas líneas desconoce si los
alarmantes signos a los que asistirnos en el día de hoy son
un conjunto de señales anunciadoras de la próxima Venida
de Cristo, o si estamos contemplando los inicios de la
apostasía a que hace referencia 2 Tesalonicenses 2, 3.
Tampoco desea especular sobre el tema. Sí cree, sin
embargo, que es su deber compartir, humilde pero
firmemente con sus hermanos, algunas señales de especial
gravedad en la vida de la iglesia, y hace referencia a ellas por
varias razones. Una es que, efectivamente, aparecen
contempladas en los escritos no sólo de Westcott y Hort, sino
también de conocidos ocultistas pasados y presentes. Otra es
que, lamentablemente, de manera más o menos extendida,
todas, absolutamente todas ellas se están ya produciendo en
diversas partes del mundo.
Aunque por razones de orden
estos pasos aparecen descritos de manera consecutiva,
desearía aclarar que su realización, en buena medida al
menos, esta siendo simultánea y de una forma
sincrónicamente concatenada.
1.El descenso del papel de las Escrituras en la iglesia: No
es desconocido el interés que el Diablo tiene en atacar la
Palabra de Dios y por ello el primer paso hacia la apostasía
esta relacionado obviamente con la disminución del papel
de la Biblia dentro de la iglesia.
Aunque en los últimos
quince años el crecimiento del número de evangélicos en el
mundo ha sido espectacular, lo cierto, sin embargo, es que
hoy en día el porcentaje de personas que lee con
regularidad las Escrituras es considerablemente menor. En
los próximos años es muy posible que asistamos a un
proceso de una mayor degradación en este terreno.
Progresivamente, en las iglesias el punto de atención estará
colocado no en las Escrituras, sino en la emoción, la
espectacularidad, el carisma de los dirigentes y los
resultados de crecimiento numérico. Lejos de comprobar
con la Escritura si todas las supuestas revelaciones vienen
de Dios (1 Corintios 12, 1-3; I Juan 4, 1-3), lejos de
contrastar con la Biblia las enseñanzas siguiendo el
ejemplo de los judíos de Berea (Hechos 17, 11-13), la iglesia
está descansando cada vez más en la filosofía hueca del
liberalismo teológico o en la espectacularidad vacía de buen
número de famosos predicadores cuya enseñanza choca
directamente con la Palabra de Dios.
Desde el momento en
que acepte -en uno o en otro sentido- colocarse más bien
bajo la autoridad de hombres que bajo la de la Escritura,
desde el momento en que renuncie o pase por alto el
examinar toda enseñanza a la luz de la Biblia, la iglesia se
ha situado en un camino que sólo puede conducir, más
tarde o más temprano, a su aniquilación espiritual.
2.La creación de entidades macroevangélicas: Este proceso
de desplazamiento de las Escrituras está transcurriendo en
paralelo con el de la creación de federaciones de entidades
religiosas evangélicas en distintos países. Lejos de ser
grupos unidos por finalidades meramente espirituales, los
mismos se edifican -y se seguirán edificando- por razones
fundamentalmente de poder humano con la meta de
convertirse en los interlocutores de las autoridades políticas
de cada nación. Precisamente porque ése es su objetivo, en
su seno irán admitiendo a personas cuya teología es liberal
y no bíblica, y a grupos que no son evangélicos como los
adventistas del séptimo día o las iglesias ortodoxas.
Seguirán así el esquema ya existente del Consejo Mundial
de iglesias pero, esta vez, en cada país. Como sus proyectos
se encontrarán con la oposición de los cristianos más
conscientes del peligro, progresivamente tenderán a
convertirse en colectivos más fuertes y ambiciosos.
Pretenderán aislar a aquellos cristianos que denuncien sus
acciones y controlar situaciones como la entrada de
misioneros en el país, el registro y legalización de las
iglesias o los tratos con la administración estatal. Su
objetivo es, en apenas unos años, haberse convertido en
entidades que controlen la vida espiritual de las iglesias
evangélicas en un país concreto y que imposibiliten la labor
de los que no se dobleguen ante ellos. Para cuando lo
logren -o incluso antes- el daño que habrán causado será
inmenso porque, de manera casi inconsciente, los creyentes
se habrán acostumbrado a convivir en el seno del mismo
ente que adventistas, ortodoxos o liberales teológicos, y a
mirar con malos ojos a los hermanos más fieles a la
Palabra.
3. La utilización de un texto bíblico común: En paralelo a
las situaciones descritas en 1 y 2 se seguirá realizando una
propaganda poderosa a favor del abandono de traducciones
tradicionales de la Biblia y de la aceptación mayoritaria de
versiones lamentables como la VP. Se buscará la aceptación
generalizada de un texto que pueda ser común no sólo a
evangélicos y católicos sino también a liberales teológicos,
miembros de sectas e incluso a los seguidores del
judaísmo, del islam o de la Nueva Era.
El texto de la Biblia
habrá quedado ya tan diluido y mutilado, sus notas
abogarán de manera tan explícita por una interpretación
liberal y humanista que no habrá dificultad especial en
lograr esta meta.
4. La colaboración con Roma: Para cuando eso suceda la
colaboración con Roma estará firmemente asentada. No se
tratará de que haya personas que contrasten directamente
la enseñanza bíblica con la católica sino de algo muy
diferente. Aparte de las versiones de la Biblia conjuntas
realizadas por expertos católicos y protestantes, se
producirá también la colaboración en proyectos comunes
de carácter teológico y exegético. No ser recibido por un
obispo o quedar al margen de ciertas celebraciones
públicas será interpretado incluso como un motivo de
tristeza.
5. La unión organizativa con otras religiones: En paralelo
habrá ido avanzando considerablemente la colaboración
con otras confesiones religiosas.
Los representantes de las
federaciones evangélicas -en las que estarán adventistas y
ortodoxos entre otros- se reunirán paulatinamente con
judíos y musulmanes para tratar asuntos comunes y
establecer una estrategia común. Mediante interpretaciones
torcidas de la Escritura se afirmará que no es preciso
predicar el Evangelio a ninguno de estos colectivos ya que
todos creen en un solo Dios único. Progresivamente esta
apertura hacia judíos y musulmanes se irá ampliando a
otras confesiones religiosas. Por otro lado, las prácticas
típicas del ocultismo y de la Nueva Era -que ya están
infiltradas en buen número de iglesias- estarán muy
generalizadas.
6. La caída de la moralidad cristiana: Al mismo tiempo que
tienen lugar los hechos descritos en los apartados
anteriores se irá produciendo un alarmante retroceso de la
integridad cristiana no sólo entre los miembros del pueblo
cristiano sino también entre sus dirigentes.
Cada vez resultará más común la practica de relaciones sexuales
ilícitas justificándolas con traducciones torcidas de las
Escrituras o con argumentos tan poco sólidos como el de
señalar que puesto que conservan el gozo después de
cometer esos actos los mismos no pueden ser pecado. Entre
los dirigentes irá produciéndose un interés cada vez más
acusado por el poder, la apariencia y la riqueza olvidando
cosas tan esenciales como el servicio, la humildad y el
apego a la Palabra.
Estas conductas serán muy evidentes y
acarrearán descrédito al mensaje del Evangelio pero
muchos preferirán guardar silencio por temor a ser objeto
de represalias, a perder su lugar en el ministerio o a
experimentar perjuicios económicos.
Por otra parte, los que
se opongan abiertamente a las mismas serán tachados de
legalistas y fanáticos. Se les acusará también de causar
descrédito al Evangelio por no mantener la boca cerrada a
la vista del pecado.
7. La proscripción de los creyentes fieles: Mientras sucede
todo lo anterior la situación de los creyentes que deseen ser
fieles a Dios y a Su Palabra se irá haciendo
progresivamente difícil. Primero, se utilizarán las
federaciones de entidades religiosas evangélicas para irlos
aislando de tal manera que se desanimen e incluso muchos
lleguen a rendirse o bien sometiéndose y callando ante el
mal o bien incluso apartándose asqueados de aquellas
conductas. Después se recurrirá a sembrar la calumnia
contra ellos acusándolos de legalistas, de fanáticos, de
ignorantes o de faltos de amor.
Cualquier conducta se
considerará buena con tal de acabar con un testimonio que
evidencia el sendero de apostasía que han ido adoptando
diversas iglesias. En la lucha contra los creyentes fieles se
llegará incluso a recurrir a la ayuda que puedan prestar las
sectas o las autoridades políticas.
Como hemos señalado antes, todos y cada uno de los
extremos indicados en las líneas anteriores no son fruto de la
imaginación del autor ni de la especulación teológica. De
hecho, están produciéndose ya en diversas partes del mundo
con una tendencia a la generalización realmente preocupante.
La misión del pueblo de Dios no es, sin embargo, la de
amedrentarse por estas dificultades.
Por el contrario, la tarea
urgente del pueblo de Dios es desenmascarar al Diablo y sus
obras, y clamar bien alto en contra de situaciones como las
apuntadas. En lugar de que cunda el desánimo, los creyentes
que deseen ser fieles a Dios por encima de agradar a
cualquier hombre y organización deben actuar con más
denuedo que nunca fundados en las Escrituras y sometidos
al Señorío de Cristo.
Para ellos resultarán imperativas las
siguientes consideraciones:
1. Deben someterse humildemente a su Señor a sabiendas de
que eso puede significar la persecución más directa (2
Timoteo 3, 10-17)
2. Deben unirse más que nunca conscientes de que son miles
los que no han doblado su rodilla ante Baal y orando para
que otros hermanos vean la luz y tomen una actitud
igualmente bíblica (1 Reyes 19, 18; Apocalipsis 18, 4-5)
3. Deben aferrarse a la Palabra de Dios decididos a dar a la
misma el papel que le corresponde en la vida de la iglesia
como única regla inerrante de doctrina y conducta (2
Timoteo 3, 16-17)
4. Deben negarse a transigir con los principios bíblicos puros
y sin mácula del Evangelio por más que esto pueda afectar
a intereses humanos (Santiago 4, 4)
5. Deben oponerse a toda unión organizativa con grupos o
personas cuya teología no sea plenamente bíblica o cuya
finalidad no sea meramente espiritual (I Corintios 10, 19-22)
6. Deben denunciar proféticamente todos y cada uno de los
pasos que llevan a la apostasía (II Timoteo 4, 1-5)
7. Deben esperar día a día la victoria final de su Señor (II
Tesalonicenses 1, 3-10).
César Vidal Manzanares.
CONSEJO DE LOS EDITORES
Recomendamos cualquier versión publicada del
1960 para atrás de la Reina-Valera, las cuales son
fiables. La del 1909 es una de las mejores versiones
en la lengua castellana, sin ignorar la revisada del
1960.
Tomado del documento :
Conspiracion contra las Santas escrituras.
del sitio :
http://www.estudios-biblicos.org/estudios/conspiracion.pdf